En el corazón de todos los seres humanos, sin distinción de raza o posición social, hay un indecible anhelo de algo que ahora no poseen.

Este anhelo es implantado en la misma constitución del hombre por un Dios misericordioso.

Cada capítulo muestra el inmenso amor que Dios tiene al ser humano, y cómo a través de Jesús, El ha estado tratando de ponerse a cuenta con el hombre, siempre buscándolo y brindarle salvación y vida eterna.

Dios desea que el ser humano busque lo mejor, y lo halle en el bien eterno de su alma. En vano procuran los hombres satisfacer este deseo con los placeres, las riquezas, la comodidad, la fama, o el poder.

Los que tratan de hacerlo, descubren que estas cosas hartan los sentidos, pero dejan al alma tan vacía y desconforme como antes.

En cada lectura usted se dará cuenta de que El Señor Jesús buscó siempre ayudar al más necesitado, suplir sus necesidades, sanar sus dolencias, e invitarle a seguirlo.

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